El periodista: un verdadero guerrero

El periodismo ha sido una de las profesiones más complejas en cuanto a su importancia por parte de la sociedad. Sin embargo, y a pesar de ser en cierta medida menospreciada, el periodista es tan importante para el pueblo, como lo es el médico para el enfermo, ya que no solo informa, sino que genera opinión pública y consciencia ciudadana; esto, siempre que se haga de la manera correcta con la veracidad y objetividad, características fundamentales de este campo.

Para nadie es un secreto que la llegada de la televisión en el mundo desalojó a la radio y al periódico de los hogares, teniendo como referencia, los bajos niveles de audiencia y de lectores, respectivamente.

A pesar de esto, la televisión jamás suplantará la función y el manejo que le dan estos medios al periodismo, porque más allá de ser unas herramientas, funcionan como un proceso para la comunicación, especialmente, la radio.

Este gran medio, la radio, sin duda alguna, lleva consigo toda una historia en el mundo que ha dejado tanto huellas negativas como positivas y que aún las seguirá dejando en el transcurso de la existencia humana en las aglomeraciones geográficas, culturales, políticas entre otras, llamadas sociedades.

Al inicio se hablaba del poco valor que se le da al periodismo, y este poco aprecio se magnifica en los que laboran en este medio radiodifusor.

Anteriormente el reemplazo de un periodista para ejercer en este medio, era un operador de radio, que sin menospreciar, no se compara hoy en día con la labor periodística, no obstante, estos dieron un gran paso para el avance del ‘ser periodista’, pues pasó de ser un oficio artesanal a convertirse en profesionales con criterio.

Criterio, una palabra importante, en un medio importante, y no solo para la radio, sino para todo “loco” que decida ser periodista; sería un loco con criterio en un medio tradicional ¿loco con criterio? Sí, ser periodista como dice una frase popular de la Región Caribe colombiana es meterse en una “vaca loca”.

Lamentablemente, Colombia es un país que tiene libertad de expresión, libertad de expresión dependiendo de lo que se vaya a decir, y cuando se dice lo que “no se debe” o más bien lo que “no se puede”, esta profesión aparte de ser una pasión, se convierte en el arma de doble filo de quién la práctica porque así como le da para vivir, también le da “motivos” para morir.
Un ejemplo de ello son: Cesar López Arias en 1979, Ramiro Ariza en 1983, Guillermo Cano en 1986, Fernando Bahamón y Héctor Abad Gómez en 1987, Carlos Rodríguez, Diana Turbay y Miguel Burbano en 1991, Jaime Garzón en 1999, Martín La Rotta en 2004, Gustavo Rojas Gabalo en 2006 y muchos más, en su mayoría periodistas dedicados a la radio, que quisieron cambiar nuestro país, a través de un buen periodismo.  

Juan Gossaín, es uno de los grandes periodistas de Colombia, con una amplia experiencia en la radio, donde no deja dudas que la gran escuela de todo buen periodista, es saber hacer periodismo en la complejidad radial.

Gossaín, expresa que todo periodista siempre va a necesitar de astucia y criterio, sobre todo en este medio donde la inmediatez es como el significado de la misma palabra.
Inmediatez, que como él muy bien lo expresó en un seminario-taller de periodismo radial, es como el alacrán y su cola llena de veneno, así como puede matar a otros, también se puede matar el mismo, por ello, hay que saber manejar este recurso periodístico, donde entra otra gran cualidad que es el feedback que logra todo periodista con su público.

¿Cómo se logra el feedback con los oyentes? Sencillo, aplicando la veracidad en todo momento, esto permite que la persona al otro lado del radio confié en lo que estás diciendo, y para esto, claramente el periodista necesita verificar sus fuentes, o más bien, lo que dicen sus fuentes.

Todo periodista no está exento de una equivocación, sin embargo la verificación te deja la tranquilidad de que tu ética periodista y tu profesionalismo no ha terminado y mucho menos esa confianza y credibilidad pública, como dice este gran periodista “nadie recuerda quién lo dijo primero, sino, quién lo dijo mejor”.

Como en toda profesión, hacer lo que gusta trae sus afanes, y en medio del afán, llega la busca de la primicia y el primer puesto, hay que tener más bien, bien puesto, el criterio y olfato periodístico, lo que no es una manera de clasificar la información, sino en saber darle importancia a lo que realmente lo amerita.

Haciendo un paréntesis, es importante resaltar que: “La producción telefónica de la radio de la mañana es para los sucesos que ocurran en esos momentos o el que no pudiste encontrar ayer, pero no toda la carga a lo que encuentres en la mañana, mejora la calidad de los noticieros” Juan Gossaín.

Ejercer el periodismo en la radio es una tarea tediosa, sobre todo para los que están empezando a aplicarla profesionalmente en su vida, en especial, por el horario poco habitual en el que se empieza a trabajar, y así como son principiantes en el horario, son principiantes en el resto de aspectos que abarcan esta labor.

Hablo a cerca de esto, porque es demasiado importante, tratar un tema que nos lleve a reflexionar de lo que estamos haciendo más allá de nuestra función como profesionales, sino como personas conscientes y racionales, de cualquier acto o expresiones que afecten a los demás.

La ética periodística es esencial, no solo existe la ética en el periodismo, sino también, en cualquier carrera, para todo se necesita ética, vivimos en una sociedad que precisamente vive de eso, de la “ética y la moral” que lastimosamente, poco aplica y de ella mucho habla.

No es mentira que vivimos en una sociedad globalizada por la economía, una economía inmersa en el capitalismo, del que por lo general, la mayoría, no salimos bien librados; donde unos están por encima de otros; donde mientras unos botan la comida, otros guardan las migajas para el día siguiente, porque sencillamente “nunca se sabe”.

Sí, incierto es el destino de miles de personas de muchos países, en especial, el nuestro, donde roban, matan y buscan las mil maneras de que ese destino incierto no llegue nunca a ellos, ni a sus familias.

Para robar y para matar hay muchas formas, no solo se roba lo material, también se roban las ideas, no solo se mata una vida, también se matan sueños. Quizás todo esto parezca coloquial, pero es algo real.

Los periodistas tenemos como cualquier ser humano, la virtud de tener dos oídos y una boca, pero nos diferencia que tenemos una retentiva diferente con respecto a todo lo que nos rodea. Retentiva envidiada y que muchas veces busca ser dominada.

Un periodista no se vende, porque al venderse, no se vende el solo, vende la porción del futuro de todo un país que necesita de él para su crecimiento, para su desarrollo como sociedad no igualitaria, pero sí justa.

No es un secreto que el periodista necesita comer, vestirse, bañarse, en fin, todas las necesidades primarias como cualquier otro ser humano, y como ya decía anteriormente, en un mundo tan globalizado como este, lo necesita aún más y con muchísima dificultad.

A pesar de todo esto, como dice Gossaín debe haber una armonía en lo correcto con el periodismo y su necesidad económica para realízalo con calidad.

Si todos los periodistas dijeran ¡no a la corrupción!, si cuando llegaran a ellos propuestas que dañen la columna vertebral de la veracidad periodística dijeran ¡no!, seguro, todo sería diferente en este campo tan amplio y de “lleva y trae” de sinceridad.

Ojalá en algún momento, todos entendieran que lo correcto no se compra, no se vende, es una responsabilidad que se lleva en la espalda toda la vida.

Está bien que todos seamos conscientes que para mantener un medio, sobre todo como el radial, y hacer productos de calidad, siempre se va a necesitar de la parte económica pero como dice la frase de Juan Gossaín “una cosa es el recurso y otra es la manipulación por el dinero”. Por esto y más, hay que tener presente que quién hace un medio como el mejor medio, son sus periodistas tanto en su labor informativa como en su ser cotidiano.

Siempre he dicho que el que quiera estudiar periodismo debe tener claro que se va a enfrentar y a encontrar con un mundo lleno de lo que menos se imagina y para salir bien librado de él, tiene que preguntarse y tener bien claro quién es, dónde está parado, qué es lo que quiere con la carrera, saber a dónde va y sobre todo, tener el criterio y las bases fundamentales para mantenerse en las respuestas que él mismo se ha dado. Visualizarse en este mundo es una cosa, y tener que vivirlo es otra.

El periodista es el campo de una lucha diaria entre lo que se quiere y lo que se debe, entre lo que se ve y lo que se siente, entre la fortaleza y la debilidad, entre el silencio y el coraje.

No soy Comunicadora Social y Periodista con cartón en mano, y ver las amenazas, lo que tienen que vivir los que laboran esta profesión, a lo que se tienen que enfrentar, que no es nada fácil, me motiva, me motiva a hacer parte de esa nueva generación de periodistas que quisieran cambiar el mundo.

Me convenzo cada día más que no me equivoqué, que voy por buen camino, que ser periodista define lo que soy y más allá de lo que pueda pasar, mantener en pie y abrirle los ojos al mundo de lo que pasa es el propósito, no solo mío, sino de todo periodista, que por medio de un proceso comunicativo ayuda a un pueblo, que como el nuestro, tanto lo necesita.

¡Ah! Y algo sí hay que tener bien claro, el periodista es ese que puede llegar donde la gente no, como el famoso diálogo de  Azorín: “¿Por dónde ha entrado usted? Por la puerta. ¿Sabe usted que no se puede pasar? He pasado. ¿Quién es usted? Un periodista”.

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