No es una belleza típica, es una belleza que toca tu corazón

Es de admirar la majestuosidad que posee, tan solo un lugar, de la hermosa Santa Marta.
Verde, amarillo, rojo, azul, blanco, rosado, naranja, morado y muchos colores más, logran deleitar la vista de toda persona que llega al Parque Nacional Natural Tayrona. Su riqueza en flora es tan gratificante, que sientes como logra la naturaleza apoderarse de tus sentidos, llegando a un máximo nivel de relajación y desprendimiento de todo lo que te apega a lo material.

Pisar la entrada de este parque natural, es dar un paso enorme hacía una travesía que te llevará a un mundo diferente, a un mundo que se define como mágico.

Quizás el inicio se pueda tornar un poco intenso por cansancio o agotamiento, sin embargo, cuando mueves tus ojos de un lado a otro, reconociendo e interpretando qué es lo que te rodea, se te olvida todo el malestar que puedas sentir por horas de caminata, pues lo que se logra ver en ese lugar, no se logra ver en ningún otro.

Los matices de los verdes te dejan ver, a través de pequeños espacios en lo alto, el hermoso azul del cielo, mientras observas, te sientes entrando a un universo que no conoces, pero que te permite conocerte a ti mismo.

La travesía en el Parque Tayrona, viéndola desde otra perspectiva, se puede decir con tanta seguridad, que es una metáfora o alegoría de la vida real.

El camino normal es apedreado, con lodo, cuesta arriba y cuesta abajo, lleno de obstáculos, pero al llegar y ver la inmensidad del mar, tan hermosa creación, te das cuenta, que las dificultades en el camino, son solo un tropiezo para disfrutar de aquella meta, de lo que quieres lograr; así tal cual como sucede, en el día a día de la vida.


Esos caminos que recorres, que logran captar tu atención por mínimo que sea el detalle, está permitiendo que dejes huella, donde hace muchos años españoles y tayronas marcaron historia con sus actos.

El legado tan grande que han dejado en nuestras manos los indígenas, los cuales sellaron en la mayoría de la población que nos antecede, la identidad cultural que forja de una u otra manera la búsqueda y estabilidad de nuestra identidad social, nos permite no solo reconocer la riqueza tan enorme que tenemos, sino también cuidarla, protegerla y considerarla como una de las maravillas más hermosas creadas por Dios y sostenida con mano firme pero delicada del hombre.
Tener la oportunidad de conocer este lugar y llegar a él cuantas veces sea posible, es un privilegio tan enorme, porque al introducirte en ese mundo de tranquilidad, colores exóticos, más que llenarte el alma, te toca el corazón de diversas maneras.

Como por ejemplo, la frondosidad de sus árboles inmensos, con miles de años, logrando admirar cuando elevas tu vista, un techo que te protege del sol y que aun así, te permite ver la luminosidad del día.

Los diferentes animales que logran seguirte con la mirada mientras caminas por las trochas llenas de historia. Cuando llegas frente al mar y caminas sobre esa relajante y hermosa arena blanca, que entre los contrastes de sus colores te produce paz.

Aun mejor cuando escuchas el cantar de las aves mientras vas entre lo flora, o cuando te sientas a percibir el sonido de aquellas olas, chocando con las enormes rocas que adornan la vista de tan precioso lugar.

El Parque Tayrona te atrapa con su belleza, con la amabilidad de la gente que la camina, acaricia, siente y palpa de un lugar a otro. Es tanta la tranquilidad, la satisfacción, la energía positiva, y tantas cosas más que este sitio te logra dejar y te produce, que no hay necesidad de llevar una cámara para guardar un recuerdo, cuando la mejor tecnología la tienen tus sentidos, al permitirte guardar una fotografía que se refleja en tu mente, pero la guarda tu corazón. Sin lugar a duda, este parque natural no hace más que llenarte de inspiración.

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